Sala de Reacción

viernes, noviembre 24, 2006

Sin sentido

De Madrid impresionan muchas cosas. Una de ellas, la cantidad de ciegos que hay (ONCE, la organización española de ciegos cuenta con 63.000 inscritos). Dicen que la ceguera es secuela de la guerra civil y si uno se fija bien, todo en la ciudad está diseñado para ellos (y para los minúsvalidios también): aeropuertos, estaciones y trenes de metro, autobuses, baños, museos, estadios, teléfonos públicos, todo tiene rampas, ascensores y accesos más amplios que permiten el paso de una silla de ruedas, códigos en colores llamativos y señalización en braille.

¿Será que hay que esperar a que aparezcan las secuelas del conflicto y sus minas antipersona para que las ciudades colombianas sean adaptadas pensando en el bienestar de los discapacitados?

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A PRÓPOSITO...

...Quién iba a creer que en pleno siglo XXI ¡un ex espía ruso moriría envenenado por la KGB!

jueves, noviembre 16, 2006

SdR.es

Ahí disculparán mi desaparición pero de vez en cuando es bueno hacerse extrañar ¿no?

Para los que no saben la causa de mi ausencia, me vine a vivir a Madrid, España. Por eso llevo taaaaaanto tiempo sin publicar. Además, no tengo Internet en mi casa (y tampoco tengo trabajo para abusar de los activos de la empresa) así que cada vez que puedo usar Internet, debe ser para lo básico: revisar correos, escribir a los que dejé por allá, leer noticias, hacer tareas...

Pero bueno, acá estoy otra vez y prometo dedicarle más tiempo a Sala de Reacción.

Contando hoy, llevo 25 días en Madrid. 25 días en los que ha pasado de todo. Ya tengo en mi teléfono "móvil" un listado de anécdotas que pronto se convertirán en posts, pero dado el abandono en el que los tengo aquí va un adelanto:

- El grado de calidad en el "empaquetamiento" de tu maleta es directamente proporcional a las posibilidades de que ésta sea revisada en el aeropuerto. La mía iba tan llena y tan pero tan bien empacada que me la abrieron en El Dorado y en Barajas.

- Por defecto de gestación soy torpe, problema que se agudiza en ciertas situaciones: Llevar saco, chaqueta de plumas, carterita de mensajero, morral de excursión, maleta, pasaporte, pasaje y euros, todo a la mano, hace entorpecer al más motriz, sobre todo si la funcionaria en tierra de la aerolínea pide diligenciar un sticker para pegar en la maleta que otra señorita y dos camajanes de seguridad están desbaratando en busca de... ¡minas antipersonales! (según mi papá, quien me dijo con total conocimiento de causa que las cacerolas Imusa que traía parecían, bajo la máquina de rayos x, dos de estos cobardes artefactos que guerrilla y paramilitares siembran en todas las regiones de Colombia).

- Así como soy de torpe soy de ansioso lo que da como resultado ¡11 horas de vuelo nocturno sin pegar el ojo! Aparte de que la vecina de silla olía a pan blandito untado con yema de huevo frito, nada permitió mi entrega a brazos de Orfeo: ni la botellita personal de vino que me tomé con la comida, ni los ladrillos de película que pasaron, ni el sudoku, ni el libro que llevé, nada. Y a eso sumémosle que a la hora de la comida mis gafas se cayeron y nos las encontré hasta antes de bajarme del avión. Y la ñapa: en el puesto de atrás iba una madre soltera con su hija de unos 9 meses que usó la mesa de la comida como tambor durante la mitad del vuelo. Torpeza y Ansiedad, mis inseparables compañeras de viaje...

-Los vuelos de Iberia llegan a Barajas por el terminal 4 (T4) cuyo diseño, arquitectura, iluminación, funcionamiento, todo, te dicen: "Hey chibcha, bienvenido al otro lado del charco".

- En este terminal mientras pasaba la eternidad que se demoraron las maletas en salir, yo intentaba sin ningún éxito sacar de la fila uno de los carritos para llevar las maletas ¡bien, chibcha! La clave, por si vienen a Madrid: sacar el primero y no el último, al contrario de como se hace con los carritos de mercado en cualquier Carulla.

Menos mal ya sé cómo es el maní así que el próximo 28 de diciembre, que tengo que volver a la T4 para volar a Amsterdam (allá voy a pasar Año Nuevo ¿envidia?), desayunaré pan blandito y huevo frito (la cacerola Imusa no la pienso llevar), saldré de mi casa sin bañarme para conservar el olor a yema, llevaré la maleta mal empacada, sacaré el carrito de adelante y en el iPod pondré algo bien metacho para que el redoble del niño de atrás sea un acorde más de la canción.

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A PROPÓSITO...

...El hecho de escribir desde Madrid me hace suponer que el contenido de Sala de Reacción cambiará: menos política y más relatos de un colombiano residente en Madrid. Pero aunque los temas cambien, Sala de Reacción seguirá conservando su estilo y su carácter: Cotidianidad desde un punto de vista irónico.