Sala de Reacción

miércoles, agosto 09, 2006

¿Y ahora, quién podrá cuidarme?

Lo que son los estereotipos. Cuántas noemís y maríaemmas no habrán soñado con ser Withney y tener su propio Kevin, alto, apuesto, educado, decente, de buenas maneras y, sobre todo, dispuesto a entregar su vida por ellas. Pero la realidad es otra. A falta de un guardián de sueños, los individuos medianamente importantes en nuestro país cuentan con todo un escuadrón de gorilas que no sólo cuida de sus sueños sino que sabe hasta de sus meadas. No me imagino, y tampoco quiero saber, qué se siente andar por las calles con una tropa de malencarados que, contrario al clásico hollywoodense, The Bodyguard, no entregan su vida por custodiar la de su protegido sino que lo hacen poniendo en riesgo la del resto de ciudadanos.

Es claro que, como diría mi mamá, el palo no está para cucharas. La coyuntura actual obliga a andar prevenido. Y si eso es uno, ciudadano común y silvestre, imagínese cómo debe ser para congresistas, presidentes de multinacional, ministros, periodistas y demás. Gente que ha sido objeto de amenazas y, en algunos casos, lamentablemente, de atentados contra su vida.

Pero una cosa es no dar papaya y otra muy distinta hacer el show que estos “honorables” montan desde el mismo instante en que cruzan la puerta de su casa. Al lado de este espectáculo, cualquier montaje para el Festival Iberoamericano de Teatro parecería una obra de colegio. Para confirmarlo, pásese por la zona T a medio día. Ríos de escoltas en Burbujas que, no contentos con apropiarse de un carril de una calle tan estrecha como transitada, dejan las puertas abiertas y se roban medio carril más ¡y con un letrero en sus narices de Prohibido Parquear!

¿Para qué tanta parafernalia? ¿Por qué cerrar la calle 93B, desde el Salto del Ángel hasta Cinemanía, cuando el presidente Uribe está en el edificio de Semana? ¿No creen que el que se lo quiera bajar, se apea (por no repetir bajar) de su carro en Wok y lleva a cabo su plan desde la puerta de Mercedes Salazar o, incluso, enfrente a las instalaciones de la revista, justo en donde yo mismo me paré para preguntarle a uno de los escoltas quién estaba adentro? (y gracias al escolta me enteré de la presencia del Primer Mandatario ¡qué buen operativo de seguridad!).

Parece que esa escoltitis no fuera otra cosa que una forma de sentirse más que el resto de los mortales. No entiendo la necesidad, cuando se visita a un ex fiscal, de ubicar a un guardaespaldas cada veinte metros en toda la manzana del edificio, cuando éste mismo, blanco fijo para las víctimas de sus acusaciones, anda en un carro blindado y con chofer únicamente. Tampoco sé qué tipo de placer sienten los hijos de estos personajes públicos cuando ven a sus novias entrando al baño de un bar en compañía de cuatro camajanes: uno en el lavamanos, otro en el secador, uno más en la puerta y dos esperando afuera (si esos son los visibles, calcule todos los infiltrados que debe haber).

Si algo es seguro es que quienes tienen escoltas disfrutan siendo los protagonistas principales de su payasada. Les priva ser el centro de miradas y cuchicheos “vea, esos de ahí afuera, con radioteléfono, son los escoltas del gobernador Equis que está sentado en la mesa del fondo con la ex reina”.

¿Y quién es el que corre riesgo? Usted. Yo. Cualquiera que, por cosas del destino, le dio por tomar la Autopista Norte y, por esquivar la caravana de un edil que por ahí pasaba, se “encuneta” o se “picotea” con el carro de la anciana que venía a cero por el carril de la izquierda. Seguramente es más peligroso almorzar en la mesa de al lado del director de un partido de la coalición, que hacerlo en un comedor comunitario en Ciudad Bolívar. El riesgo de ser agredido física, verbal o sicológicamente por escoltas está a la vuelta de la esquina.

* * *

A PROPÓSITO...

...Que se pasen rápido estos cuatro años (no sólo para ver otro mundial).

1 Comments:

  • Le recomiendo para mayor deleite de eso obras teatrales, trabajar con esos escoltas y "jefes" de seguridad en un evento donde vaya el primer mandatario.
    El increible el gardo de estupidez y terquedad de estos señores, son capaces de poner problema por la más ínfima maricada, rompiendo si queiren lo programado en el evento...

    By Blogger Federico De la Regueira, at 7:30 a. m.  

Publicar un comentario

<< Home